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Nuestra esperanza para Lima, por Salvador Heresi

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Por. Salvador Heresi. A menos de un mes para las elecciones, les quiero decir que tengo los mismos sueños y las mismas esperanzas que usted. ¿Tiene, acaso, la esperanza de vivir algún día sin miedo? Yo también. Porque el vecino de Lima, hoy, vive a la defensiva, vive encerrado, vive con miedo. La gente buena, que trabaja, que estudia, que se sacrifica todos los días para salir adelante, que quiere vivir tranquila, es la gran mayoría, son gente como usted y como yo. No puede ser que una minoría, que forma pandillas, que trafica drogas, que roba, que secuestra, que viola y que mata, mantenga a la ciudad: a usted y su familia, al limeño bueno ¡aterrorizados!

En los últimos 20 años ningún alcalde tomó la decisión de enfrentar a la delincuencia con decisión y valentía. Mi propuesta, con el apoyo y respaldo de Renzo Reggiardo, es ponerme en su lugar. Pensar lo que usted piensa y sentir lo que usted siente y desde el primer día asumir la responsabilidad de que esa esperanza de vivir sin miedo se haga realidad. Tomaremos las medidas que sean necesarias sin descartar ninguna. Exigiremos al Gobierno un plan conjunto, para dar una respuesta rápida... porque no se puede esperar más, no se pueden esperar comisiones, proyectos o acuerdos políticos para enfrentar a los delincuentes. ¡A la delincuencia la enfrentaremos desde el primer día! ¿Usted, tiene la esperanza de vivir en una ciudad moderna? Yo también. Lima, por sus características geográficas, tiene la posibilidad de ser la mejor ciudad del continente. Tiene la posibilidad de ser una ciudad ordenada, con vías rápidas, aéreas y subterráneas, acorde a una capital de 10 millones de habitantes.

Mi propuesta preparada por los mejores técnicos nacionales e internacionales es convertir a nuestra ciudad en un ejemplo de modernidad, pero, por sobre todas las cosas, que usted se sienta cómodo y orgulloso de su ciudad. Por eso, a nuestro equipo de especialistas le pedí un plan, pensado en usted, en su tiempo de traslado, en sus horas perdidas y en la incomodidad que vive todos los días. Y algo muy importante: donde hoy hay escaleras en mi gestión habrá funiculares, un sistema moderno y que permitirá que el adulto mayor, que el discapacitado, que la madre que viene con bolsas del mercado o el estudiante que viene con sus pesadas mochilas, no tenga que subir cientos y cientos de escalones, para llegar a su casa. ¿Usted tiene la esperanza de contar con un transporte público digno y moderno? Yo también. ¿Qué alcalde se ha puesto en su lugar cuando hablan de transporte? Ninguno.

Es muy fácil hacer planes y reformas del transporte desde un escritorio, tomando decisiones sobre su necesidad de moverse, como quien mueve un mueble de lugar... ¡No, definitivamente! El plan de transporte público debe comenzar pensando en el usuario, en el vecino que debe ir a trabajar, a estudiar o a pasear, de manera cómoda, digna, rápida y segura. Hoy se le impuso a Lima una “reforma” del transporte, que en lugar de superar el caos, crea más caos. ¿Y quién paga las consecuencias? Usted. Una reforma que transporta a solo 8.000 personas, de las 20.000 que transportaba el sistema anterior. Autobuses de más de 20 años de antigüedad, falta de paraderos y colas eternas. ¡Yo quiero un transporte público pensado y diseñado para usted! Como puede apreciar, ¡compartimos las mismas esperanzas! Y para hacerlas realidad lo invito a no permitir que la política, la mentira y la corrupción sigan adueñándose de la Municipalidad de Lima.

La municipalidad debe dejar de ser un trampolín político, para apoyar candidaturas o para blindar a ex presidentes acusados de corrupción. La municipalidad debe dejar de ser la cuna de escándalos como el de Comunicore o la Caja de Ahorros. La municipalidad de Lima debe dejar de ser un ‘arreglín’ entre el alcalde y el presidente de turno, para negociados. La municipalidad debe dejar de ser la mansión de la soberbia y de la falta de diálogo. Solo de esa manera haremos realidad nuestras esperanzas... El desafío es: El futuro versus el pasado. La eficiencia versus la incapacidad. El trabajo versus la política. La verdad versus la mentira. Quiero ser alcalde de Lima porque tengo las mismas esperanzas que usted. Hoy decimos: La esperanza ya viene... El 5 de octubre... digamos: ¡La esperanza y el futuro...están aquí!