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POLíTICOS-DELINCUENTES Y DELINCUENTES-POLíTICOS

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Por. Oswaldo Carpio. Hemos sido educados, desde niños, en la idea de no robar. En los Diez Mandamientos el octavo es NO HURTAR o NO ROBAR. En todas las religiones la idea de no robar es parte de los “mandamientos”.

¿Por qué, entonces, las personas roban?

Robar es parte de la programación del cerebro reptil, nuestro cerebro reptiliano. El animal, el réptil roba y mata para sobrevivir. Está programado para ello. El reptil no tiene ni conciencia ni culpa. Está programada para ello.

Los Homo Sapiens Sapienes somos resultado de una larga evolución. Poseemos tres partes en el cerebro: el reptil, el mamífero y el neo-córtex. Robar es una conducta del cerebro reptil. En el momento que alguien roba, se abre paso lo atávico, lo más antiguo, lo más primitivo y el neo-cortex, la conciencia, sucumben por la ausencia de control, de un yo fuerte. El yo débil, la falta de carácter, permiten el robo.

¿El que roba sabe que está actuando mal? Sí. El que roba sabe que su acto es antisocial, va contra las leyes y atenta contra los demás porque ha sido educado en no robar, en el respeto a los demás, en no apropiarse de lo ajeno. Pero lo hace.

¿Por qué roba si sabe que es incorrecto moralmente e ilegal? Porque el yo o súper-yo es muy débil frente a las inclinaciones. Robar, en una persona sin carácter, es una forma de acceder a los bienes de todos –el Estado- y a los bienes particulares o privados de otros.

Desde que el Homo Sapiens Sapiens, empezó a salir de la edad piedra, creó leyes para vivir en una sociedad armoniosa, basada en la confianza, en la solidaridad y en el respeto. Hobbes, el famoso filósofo, escribió que el “hombre es el lobo del hombre” y sostuvo que se requería de leyes para impedir que el hombre abusara y destruyera a los demás. Jesús, antes de morir les dijo a sus discípulos: “sean sencillos como las palomas y astutos como las serpientes porque los dejo en mundo de lobos”. No se equivocó. Vivimos en un mundo de lobos. Jesús propuso el amor como una manera de vivir. Pero, fue claro: los dejo en un mundo de lobos. Por eso fue la idea de predicar.

La vida civilizada requiere leyes aprobadas, aceptadas y cumplidas por todos. Eso significa ser civilizado en el mundo moderno: cumplir las leyes que es el Estado de Derecho: la sociedad construida sobre leyes que se cumplen. Cuando no se cumplen el Estado de Derecho existe en el papel más no en la realidad.

Vivir en sociedad, entonces, requiere leyes y su cumplimiento. Se requiere que funcionen: la seguridad interna, la justicia y la defensa nacional como cuestión básica unida a la educación. Pero se necesita orden y sanción.

“El hombre es el lobo del hombre” implica que la sociedad se autodestruye cuando no se cumplen las leyes, cuando hay impunidad, cuando la Justicia no hace justicia; cuando la Policía es cómplice de los delincuentes y cuando al sociedad es inerme. Los “lobos” actúan con impunidad cuando llegan a controlar los poderes que deben sancionarlos.

En el Perú hay dos clases de delincuentes en la política:

- Los POLÍTICOS-DELINCUENTES, que son los que ingresaron a la política con principios y, ante el arca abierta, robaron y lo siguen haciendo con impunidad. Algunos, incluso hicieron una ideología del robo: robamos para crear una nueva burguesía; invertimos en el Perú lo que robamos. Entre ellos hay alcaldes, presidentes regionales, congresistas y políticos que han ocupado altos cargos en el país. Ellos saben que roban y consideran que parte del “negocio” de la política consiste en robar. Argumentan que roban para el partido, que no le roban al Estado sino a los narcos o que le roban a los “empresarios corruptos”. Justifican el robo.

- LOS DELINCUENTES-POLITICOS que ingresan a la política con el fin exclusivo de robar, saquear al Estado, engañar a la gente, elaborar lemas contra la corrupción para robar engañando a todos o defender los derechos humanos y la justicia como tapadera. Los de la mafia de Orellana Rengifo y los políticos que lo acompañan son DELINCUENTES-POLÍTICOS como el alcalde de Chiclayo, el fugado presidente regional de Tumbes y otros políticos que se encuentran fugados. Ellos ingresaron a la actividad política a robar.

Pero, también hay personas que roban, que traicionan, que sustraen bienes a su propia familia, a la pareja con la que vivieron décadas. Esa conducta es, también, patológica porque se justifica la traición, el robo y el daño al prójimo, de distintas maneras. Se “racionaliza”, se “argumenta”, se justifica. Se pierde el honor, la dignidad y la vergüenza por la ambición, la debilidad de carácter.

En el caso del Homo Sapiens Sapiens la inteligencia se pone al servicio del cerebro primitivo, el cerebro réptil. Por eso el robo y el crimen.

El psicópata distingue el bien del mal pero opta el mal, por el robo, porque le conviene. Calcula y toma una decisión: me conviene robar y lo hace. Sabe que está robando y que le espera una sanción pero hace el cálculo de costo-beneficio y toma la decisión de robar porque en el cálculo está el pago al abobado penalista, a los policías, a los jueces, a los secretarios y a los funcionarios del INPE. Incluso se calcula hasta el pago a los periodistas y a los medios para su estrategia de imagen. Roban con consciencia. Son los delincuentes políticos.

El que roba es un psicópata porque sabe que está haciendo mal. Tiene consciencia de que el robo es algo malo. Pero lo hace porque calcula, evalúa, se une a otros y decide robar. ¿Qué hay en su mente? Resentimiento, ambición, prepotencia, debilidad o falta de carácter, engreimiento, cobardía ante los retos de hacer el bien. Robar es una manera de vengarse y burlarse de los demás. En el ratero hay gran resentimiento.

¿Cómo enfrentar al que roba en política y en la vida privada? Con sanción. Al que roba hay que sancionarlo. Porque la impunidad es el camino llano para el robo que impide el progreso, destruye la sociedad, encumbra al malvado y aplasta a la sociedad, desmoraliza a los jóvenes y los niños.

La sociedad tiene que defenderse de tres formas:

- Control desde el Estado con organismos especializados.

- Castigo ejemplar al que roba y eso implica que funcione lo que no funciona: Poder Judicial, Ministerio Público y Policía Nacional.

- Investigación de la prensa, difusión e identificación de los delincuentes.

A todo ello hay que sumar la movilización política de las fuerzas sanas de la sociedad.

El robo es una enfermedad social. Es una psicopatía y sociopatía. El delincuente es un sociópata. Sabe lo que hace.

El político que roba merece mayor castigo porque sabe que está sustrayendo al Estado y a la sociedad lo que no es de él sino de otros, de todos, de la sociedad.

Es preciso educar con el ejemplo. Pero tan importante como educar es sancionar. La cárcel para el que roba y la sanción moral, pública, el aislamiento y la vergüenza para el que sustrae lo ajeno.